Historia

Fundada un 30 de Junio de 1851. Comenzamos a funcionar con 151 voluntarios, todos connotados porteños, y en su mayoría ingleses y norteamericanos.

Bomberos de Chile

 

Valparaíso es la bahía descubierta en los primeros días de septiembre de 1536 por el capitán Juan de Saavedra, quien fuera jefe de las vanguardias de don Diego de Almagro. Juan de Saavedra será quien bautice al puerto como Valparaíso, debido a la similitud de este lugar con su territorio natal. El poeta y cronista Víctor Domingo Silva (1910) dirá: “Saavedra era natural de Valparaíso, en Castilla la Nueva, y, por eso, y por encontrar entre el paisaje que se ofrecía a sus ojos y el de su tierra natal, extraordinaria similitud, le dio este nombre”.

 

 

Desde sus inicios la figura de Valparaíso ha sido quizás uno de los lugares más retratados a través de diferentes formas artísticas como pintura, música, cine y literatura entre otras, creando un paisaje recorrido, escrito y descrito un sinnúmero de veces y con igual cantidad de voces, forjando todo un imaginario porteño que más adelante se adscribirá dentro del concepto de patrimonio, desde la declaración de la UNESCO en el año 2003 en donde se le dio la categoría de Patrimonio de la Humanidad al casco histórico de la ciudad.

Sin embargo, el puerto guarda entre sus quebradas, una historia forjada con fuego. Los Chonos llamaban “Alimapu” a esta bahía; usaban la voz mapuche compuesta de “ali” (caliente, quemado, seco) y “mapu” (tierra), para conjugar el nombre de “Tierra devastada por el fuego”; la razón, según algunos, es que desde siempre esta ciudad ha sido arrasada por las democráticas llamas que no discriminan en su inalcanzable pasar por los cerros, quebradas y plan de esta ciudad; quemando indistintamente todo lo que se encuentre en su paso.

 

Tales características la aprendieron bien aquellos compatriotas y extranjeros que hicieron de este lugar su hogar, levantando una fructífera ciudad que muy pronto sufriría los embates de las llamas que sorprendieron hacia la medianoche del 15 de diciembre de 1850, cuando los porteños interrumpieron la tranquilidad de sus sueños, por la tragedia que se desarrollaba producto del gran incendio que afectaba una cigarrería de la calle Cruz de Reyes, (hoy intersección de las calles Prat y Lord Cochrane), arrasando con una manzana completa, quemando 37 casas, decenas de locales comerciales, edificios y construcciones de la acera del frente.

El fuego hizo arder todo a su paso, casas, bodegas, rancheríos y todo lo que se interpusiese en su camino. La historia cuenta que la ciudadanía espontáneamente se organizó para combatir el infierno que se levantaba en medio de la ciudad y la oscuridad de la noche, así trabajaron en el siniestro vecinos, empleados de las diversas fábricas, dueños de negocios, el cuerpo de cívicos, que era una especie de conscripción de la época; apoyados también por las bombas y la tripulación de dos embarcaciones de guerra, una francesa y otra inglesa; la historia dice también que incluso el intendente de la época, el Almirante Manuel Blanco Encalada, participó en las tareas de extinción que duraron toda la noche, reactivándose al día siguiente con la misma fuerza devastadora, dejando ver un escenario dantesco que caló muy hondo en los espíritus nobles de un conjunto importante de hombres que vieron la necesidad de organizarse para afrontar futuras tragedias.

 

Al día siguiente del siniestro, el Diario El Mercurio informó la «necesidad de organizar de antemano el trabajo de los incendios», este llamado encontró eco en un grupo de connotados vecinos que se reunieron el 19 de diciembre en la sala de la Intendencia, presidida por Santiago Melo (subrogante del Intendente Manuel Blanco Encalada), lugar en que se decidió crear una comisión organizadora que propusiera medidas para combatir los incendios, teniendo como primera función el solicitar los fondos necesarios a las autoridades, además de tomar algunas medidas, como lo era la limpieza de chimeneas y una mayor vigilancia de la ciudad.
Se crearon así dos comisiones, una a cargo de “la organización” de los ciudadanos que conformarían esta agrupación de bomberos voluntarios y, la otra, estaría ocupada de conseguir “el financiamiento” para adquisición del material necesario para la creación de las primeras compañías.

Es así como se comienza a gestar el proyecto. El Mercurio de la época consignaba lo siguiente: “Bomba de incendio: la comisión nombrada para organizar los Cuerpos Independientes de Bomberos, suplican a todos los que se han suscrito en algunas de las listas, como a los que sin estar suscritos, desean formar parte en la formación de los Cuerpos, se reúnan el miércoles próximo 30 de abril a las ocho de la noche en el teatro de La Victoria. Las listas se hallan en las casas de los comisionados Juan Brown, Eduardo Mickle, Otto Ude y Guillermo Miuller”.

De esta manera se crea la “Asociación contra Incendios” conformada por 4 Cías. (2 de agua, 1 de hacha, ganchos y escaleras y 1 de guardia de la propiedad).

 

El 6 de junio de 1851 es un fecha importante para los “Primerinos”, pues este día SE CONSTITUYE la Primera Compañía de Bombas de Chile, en los Salones de la Bolsa de Comercio, procediendo con el cierre de los libros de inscripción de ésta, con 151 hombres, principalmente británicos y norteamericanos. Ese día, se lleva a cabo la primera reunión/asamblea en la que se aprobaron sus reglamentos, se eligieron sus oficiales y se determinó que el color de su uniforme sería el rojo predominante de la bandera inglesa.

El día 7, 9 y 10 de junio se constituyen la 2da Cía. de Bombas, la Guardia de la Propiedad y la de Hachas y Escalas, respectivamente. Estas dos últimas, con el tiempo se fusionan creando la que hoy es la 10ma. Cía.

 


La primera oficialidad de nuestra Primera Compañía estuvo conformada de la siguiente manera:

Capitán: R. Heathley
Teniente 1°: C. P. Hemmenway
Teniente 2°: J. R. Lyon
Teniente 3°: E. W. Sartori
Teniente 4°: B. Planas
Tesorero-Secretario: R. Young

En el día de hoy, nuestra compañía se mantiene firme en el trabajo y el deber, con un gran número de hombres en sus filas, todos dispuestos a dejar de lado cualquier diferencia, para acudir velozmente al llamado que alerta de los diferentes incidentes que puedan afectar a la ciudad, cada uno de estos hombres, viste orgullosamente su guerrera roja y son dignos representantes de toda la historia con la que carga la Primera Compañía de Bomberos de Chile, Bomba Americana.

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